Aumentar de peso de manera irregular es la forma más conocida de saber que debemos hacer algún cambio en nuestras comidas. Pero nuestro cuerpo tiene otras maneras de comunicarnos que algo puede andar mal y de solicitarnos revisar nuestros alimentos para evitar posibles complicaciones en nuestra salud.
Enumeramos para ti, una serie de señales que el cuerpo nos envía pero que pasamos por alto o que adjudicamos a otros factores. Comencemos:
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Gases. La inflamación estomacal es indicador de la mala digestión que estamos teniendo debido a un alimento. Mucha gente por ejemplo siente malestar cuando consume leche o quesos y esto es debido a que ignoramos que podemos ser intolerantes a la lactosa, enzima que está en los productos lácteos.
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Estreñimiento. Normalmente este problema se origina por la poca ingesta de fibra, la cual permite regular el sistema digestivo y así desechar los residuos de los alimentos ingeridos en nuestras comidas. Si esto te sucede, incorpora poco a poco más vegetales como el brócoli o cereales como la avena.
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Siempre tienes hambre. Si realmente sientes hambre, y no es solo un momento de ansiedad, tu cuerpo está requiriendo más nutrientes y tu cerebro está diciendo que no tiene lo que necesita para mantenerse bien. Estate atento a ello, puede ser que no estés teniendo costumbres alimentarias adecuadas.
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Mal humor. A veces exageramos y queremos eliminar los carbohidratos de nuestra vida sin saber que ellos, son importantes para la producción de serotonina en nuestro cerebro y la serotonina, la responsable de regular nuestros estados de ánimo.
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Cansancio. Si es constante es un aviso por observar. Es síntoma de muchas situaciones, normalmente desfavorables, que atraviesa nuestro cuerpo, entre ellas, una mala nutrición. Si te sientes así todo el día, asegúrate de estar comiendo la cantidad mínima de proteínas, grasas saludables y carbohidratos necesarios para no llegar al final del día completamente agotado.
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Te enfermas muy seguido. Un sistema inmunológico debilitado es propenso a contraer cualquier enfermedad, incluso virus o bacterias que están en el ambiente pero no sabemos que están ahí. La mejor forma de mantenerlo fuerte es tener una dieta balanceada y variada que incluya proteínas como las que se encuentran en vegetales de hojas verdes, carnes y menestras.
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Tu piel y cabello lucen deteriorados. Una alimentación baja en vitamina A puede ser la raíz de un acné inesperado, de piel visiblemente desgastada y uñas quebradizas. Puedes mejorar esta situación consumiendo zanahorias, camote, melón, brócoli, col, espinaca, entre otros.
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Depresión. La deficiencia de algunas vitaminas, minerales y/o omega 3 puede conducir a la depresión. Presta atención a esta señal porque es muy importante detectarla a tiempo y no empeorar tu estado. Según algunos estudios, consumir complementos nutricionales de ácido fólico y vitamina B12 mejoran los estados depresivos.
Lo que decidimos comer tiene un efecto directo en nuestra productividad, habilidades cognitivas y bienestar corporal, y por ello es importante, no solo porque querramos mantener una bonita figura. Cada uno de nosotros tiene un gran potencial que podremos desarrollar. Como todo en la vida, es una elección el cómo querer comer y vivir. Solo recuerda que podemos revertir nuestros malos estados de salud o anímicos, solo cambiando nuestra alimentación y eso es algo, que podemos hacer de a pocos y día a día.